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hemos visto algunos protestas, especialmente en formato de caravanas, contra el aislamiento social adoptado por los gobiernos estatales para prevenir la propagación del coronavirus. La ira de algunas personas es justificable. Muchos tienen miedo de empobrecerse, perder el trabajo, afrontar la soledad en casa, privarse de la libertad de ir y venir, etc. Cuanto más dure la pandemia, más personas perderán sus empleos, más negocios cerrarán y la tarea de vivir con niños ansiosos en casa será aún más difícil.
Por otro lado, una protesta tiene el potencial de reunir a muchas personas, lo que puede aumentar sustancialmente el contagio entre los manifestantes, prolongando el período de aislamiento. Aunque no todos lo admitirán, probablemente tengan al menos un poco de miedo de estar equivocados, de que la amenaza para la salud sea más grave de lo que creen y de que el COVID-19 pueda matarlos a ellos o a un ser querido.
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Más información sobre las motivaciones detrás de las protestas contra el aislamiento social
Los gobernadores y alcaldes deberían crear un mejor canal de información y comunicación para que esas voces no se propaguen por toda la sociedad. Muchas personas ya han perdido la vida y el número de muertes se multiplicará si gobernadores y alcaldes relajan las medidas destinadas a contener la propagación del virus.
Como no pueden protestar contra el virus en sí, los organizadores de las caravanas utilizan el protesta como respuesta a la decisión política del aislamiento social. Convierten a los gobiernos en enemigos contra los que hay que luchar, culpándolos del desempleo y del cierre de empresas. Para reclutar seguidores, los manifestantes se presentan como patriotas, defensores del trabajo, la sociedad y la libertad.
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Sin embargo, la estrategia de los gobernadores de culpar a los manifestantes, convirtiéndolos en villanos defensores del virus, no solucionará el problema. Es importante dejar claro que Brasil no es el único país que registra protestas contra el aislamiento social. Estados Unidos, Canadá e Israel también tuvieron manifestaciones similares para abrir empresas y establecimientos comerciales.
La difusión de noticias falsas y desinformación acaba fortaleciendo a los grupos de protesta. Un ejemplo de desinformación es el hecho de que no todo el mundo entiende por qué su trabajo o negocio no está clasificado como “actividad no esencial”. Actúan como si los gobiernos estuvieran persiguiendo algunas ramas de la actividad económica y protegiendo otras.
Los mejores modelos de mitigación del coronavirus, como el adoptado en Alemania, combinan aislamiento sociales eficaz, mucha información, un buen sistema sanitario y algunas medidas de tolerancia siempre que no perjudiquen la eficacia de contención del coronavirus. Al conquistar la sociedad, la protestas los opuestos tienden a reducirse.
